La cumbre es la mitad del camino

Subir, tan importante como bajar.

Cuando preparamos el ascenso a una cumbre soñamos con su paisaje panorámico en la cima, con un sol grande que dependiendo el horario nos permita disfrutar de un almuerzo placentero una vez arriba y un buen retorno al campamento.

Pero el buen retorno no siempre es planeado, sino que muchas veces se cree  que se da por sentado, como si esa vuelta la tuviéramos resuelta por el simple de hecho de haber subido y la suposición de que nadie se quedara en la altura. Casi como la obviedad del dicho de que todo lo que sube-baja. La mayoría de los descuidos ocurren durante los descensos. Nuestra meta no debe estar solo en la cumbre. Todo montañista debería saber que la montaña no nos pertenece hasta que volvemos a casa, una cumbre accidentada no tendrá el mismo sabor a victoria. Cuando comenzamos a descender nuestro foco de atención cambia, como nuestra conquista ya está cumplida, nos permitimos aflojarnos un poco. La mayoría de las veces la vuelta no requiere del mismo  esfuerzo físico que nos exigió la subida, aunque muchas veces el camino se vuelve más técnico. Sentimos una sensación de realización que nos hace bajar la guardia. Es justo en ese momento cuando probablemente nuestra desatención nos juega en contra. Por supuesto uno no se siente igual de fresco que como cuando salió por la madrugada, pero debemos mantener los sentidos despiertos. Es necesario entender que hasta que no se llegue en óptimas condiciones al campamento no podemos dar por realizada nuestra aventura.

Como saber si tengo resto para terminar de subir y luego volver ?

En una experiencia en montaña a la cumbre del Cerro Montura 4.956 msnm , ruta utilizada por los militares de Uspallata , donde desde el campamento La Gloria se esperan casi 1000 metros de desnivel positivo para atacar la cumbre pasado el mediodía y poder volver. Una salida invernal que con las demoras que nos sugerían los hielos congelados y la colocación de grampones a un grupo de más 30 integrantes, hizo que el ascenso se demorara lo suficiente como para poder estar haciendo cumbre (a pesar de las recomendaciones) entre las 15 y 16 hs. Creíamos que lo más complicado había sido subir, se hace el esfuerzo por mantener una cabeza fuerte durante todo el trayecto con la idea de que una vez que se llega se curan todos los males. Y puede que la sensación de cumbre se asemeje a ese sentimiento, pero solo por un rato. La mala hidratación durante el ascenso por la complicación de obtener agua de los ríos congelados y el cansancio extremo hicieron que un integrante del grupo luego de caminar unos kilómetros hacia abajo no pudiera continuar. Nos quedaban 800 metros de desnivel negativo donde no solo necesitábamos prestar atención al camino, sino que la noche nos sumaba una complicación extra. En la cumbre había tenido los ánimos suficientes para poder disfrutar y dejar retratado el buen momento… luego de eso fue como si se le acabaran las pilas a uno de esos juguetes que teníamos cuando éramos chiquitos.

Ese día nos tocó aprender una importante lección.

SI NO TENES RESTO PARA BAJAR,ENTONCES QUIZAS, SEA MOMENTO DE DEJAR DE SUBIR.

Que difícil… como medirlo ? y como saberlo?  como renunciar a nuestro mayor objetivo en el ascenso? 

Dejar de lado el ego, a veces nuestro peor enemigo, para entender que la montaña va a seguir ahí y que probablemente la vida nos de otra revancha para poder alcanzarla.

¿Cómo saber cuáles son los síntomas de cansancio extremo?

Fatiga:

• Problemas de memoria o concentración.
• Dolor de garganta.
• Dolores de cabeza.
• Agrandamiento de los ganglios linfáticos del cuello o las axilas.
• Dolor muscular o articular.
• Mareos que empeoran.
• Sueño no reparador.

La historia tuvo un buen final, pudo volver al campamento con ayuda y recuperarse. Pero en ese mismo momento cobro sentido esta frase

«La cumbre es la mitad del camino»

Naturalicemos no llegar a la cumbre como parte del proceso y de este arte que llamamos montañismo, DISFRUTEMOS DEL CAMINO.